La era digital le está ganando terreno a la material. Los diccionarios, las enciclopedias, los grandes tomos de información que ocupan las bibliotecas van quedando eclipsados por la masa digital, un mecanismo todopoderoso que permite un almacenamiento eficaz en el mínimo espacio posible y permitiendo una recuperación inmediata de la información, sin necesidad de escaleras ni amables bibliotecarias.
Pero no sólo los libros se ven afectados en esta digitalización del mundo, también el cine, la música... pronto los siete artes universales se unirán en uno sólo: Internet. La información es uno de los aspectos más afectados en este sentido, Juan Varela, periodista y consultor de medios afirmaba que "La información digital hace que pierda sentido la propia clasificación temporal de las publicaciones. Internet tiene un espacio tiempo distinto. Por sí mismo y por elección del usuario. La información gana inmediatez, pero también permanencia por su fácil acceso".
Según la teoría de la larga cola, a la que hizo referencia Chris Anderson -director de la revista
Wired-, la naturaleza de Internet, que no tiene limitaciones físicas de espacio, hace que los negocios no tengan que centrarse en unos pocos productos de éxito sino que pueden tener todo su catálogo online. La suma de todas las pequeñas ventas de muchos productos puede representar una venta igual o superior a la de unos pocos productos estrella.
Este hecho contribuye a la idea de que en la era digital todo vale, todo cabe, y ¿por qué colgar en la red una selección de productos pudiéndolo poner todo? Así aumentan las visitas, aumenta la publicidad, aumenta el orgullo del empresario, aumenta el poder y... sigue habiendo espacio.
Es una pescadilla rentable que se muerde su larga cola.
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