VECINA: - Hola, ¡cuánto tiempo! Qué mayor estás… ¿qué es de tu vida?
(Hasta aquí, todo normal)
YO: - Bien gracias, sí… es que estoy viviendo fuera, cerca de mi universidad, y sólo vengo los fines de semana.
VECINA: - Ah, ¿si? Y ¿qué estudias?
YO: - Periodismo, terminando ya…
VECINA: - Ah! Mira qué bien, ¡qué divertido! Pues ya te veremos persiguiendo a la Pantoja
En ese momento es cuando se me queda la cara de tonta y, si yo fuese un dibujo animado, me hubiesen pintado con la gota esa que cae de la frente.
¿Por qué todo el mundo imagina a un periodista persiguiendo a famosillos por la calle? Por ignorancia.
La prensa del corazón existe porque existe la ley de la oferta y la demanda, porque es lo que vende y porque es lo que la audiencia quiere ver. Sin embargo, con todos mis respetos hacia todos los periodistas del corazón, no todos los que nos dedicamos a esto nos morimos por conseguir la entrevista en exclusiva de Julián Muñoz.
En grandes empresas, en organismos institucionales, en consultorías de medios, en agencias, en productoras, en gabinetes de prensa, en radios, en televisiones, en periódicos, en revistas, en Internet... en todas partes hay lugar para los periodistas. Los periodistas son necesarios en tanto que la información lo es. Sin embargo, el título de periodista no está demasiado bien valorado.
Un veterano redactor me dijo una vez: Si eres abogado, la gente acude a tu despacho; si eres arquitecto, también; si eres psicólogo, lo mismo… pero si pones en tu casa un cartel que rece como PERIODISTA, nadie irá a visitarte, así que estás a tiempo de escoger otra profesión.
No sé si me equivoqué, pero ignoré a la voz de la experiencia.
La profesión está desprestigiada, pero los profesionales no se encargan de mejorar la situación, todos deberíamos colaborar en valorar un poco más a todas aquellas personas que, sin descanso, velan día y noche por mantener informadas a millones de personas. Así conseguiremos que, la próxima vez que me encuentre a esta vecina pueda contestar algo como.
¡Qué bien! tienes la suerte de ser la primera en enterarte de todos los hechos noticiosos y transmitirlos a la sociedad. Quizás no sea tan divertido como perseguir a la Pantoja, pero… no está nada mal.