Historia de una "acampada"



Por fin acaba julio y con agosto llegan los fines de semana libres, unas vacaciones particulares que concuerdan con las de la gran mayoría de las personas.

En mi último descanso de julio, Aranza, Rafa, Antonio, Lara, Javi y yo nos sumergimos en una aventura campestre improvisada, dadas las circunstancias.

Martes 29 de julio. Llamada de teléfono. ¿Es el camping del Algar? (...) total, que estaba libre, que podíamos ir cuando quisiésemos.

Jueves 31 de julio. 11 horas- Centro Juvenil de Benidorm, nos prestan tiendas de campaña, camping gas y camping luz.

Jueves 31 de julio. 13 horas- Punto de encuentro: Plaza de la Hispanidad. Destino: Carrefour.

Jueves 31 de julio. 17 horas- Tras dos horas de compra llenando dos maleteros de víveres y una suculenta comida en McDonald's, llegamos al Camping del Algar... y con qué nos encontramos CERRADO POR OBRAS.

Desesperación, indignación, rabia, risas tontas...

Solución del dueño del camping: -Un poco más arriba hay un jardín botánico, el museo del cactus, el dueño es del pueblo, él os puede decir dónde acudir.

Jueves 31 de julio. 18 horas- Llegamos al museo del cactus (un sitio precioso y con un encanto especial) y le explicamos al dueño nuestra situación.

Solución: El señor Pepe (Santo Pepe) nos devuelve la tranquilidad, nos deja acampar en su jardín botánico y nos ofrece todo tipo de facilidades a cambio de un "gracias", sin pedir nada a cambio y con toda la amabilidad que una persona pueda albergar.

Una barbacoa, una partida de Trivial, el juego de las películas y risas hasta reventar precedieron a una noche de paranoias, de surrealismo, de suspense, de incertidumbre y de miedo a la que acudió la Congregación Internacional de Mosquitos, que decidieron ir a parar a aquellos incautos que no se protegieron contra los molestos insectos.



Al día siguiente, las Fuentes del Algar, nos entusiasmaron y nos mostraron que no hay que alejarse demasiado para presenciar las maravillas de la naturaleza. El agua congelada no fue obstáculo (aunque casi) para dejar huella en el río Algar y poder sentir una cascada de agua cristalina sobre nuestros hombros rodeados de rocas y vegetación dignos de película.

Finalizada la aventura, cuatro grandes pizzas nos hicieron volver a la civilización y nos recordaron que el campo no era lo nuestro (aunque yo estaba en mi salsa).

Ahora, sólo nos quedan unas cuantas fotografías y los buenos recuerdos que permanecerán una vez superadas las picaduras.

2 comentarios :: Historia de una "acampada"

  1. Tu entrada callosina es una loa a la cómida rápida, a la generosidad del populacho y a la incompetencia de un Ayuntamiento, cuyo concejal de Turismo debería dimitir al cerrar por obras, desaprovechar visitas en un momento álgido como el actual. pero tranquilo que esté cerrado para acampar el Algar en estas fechas no saldrá en el Información. Una experiencia más que ratifica el dicho de que siempre es mejor un plan B. Creo que los jóvenes tienen la sangre de horchata, por eso os pican tanto los mósquitos.
    viva Vilchezzzzzzz

  2. No había plan B, de ahí la desesperación inicial, el plan B surgió gracias a alguna ayuda divina.

    En cuanto a la sangre... quizá dulce, pero no de horchata.

    Gracias por tu comentario.
    ;)