Todavía no lo había comentado por aquí... pero
estoy en Chile.Tras mi
aventura inglesa por
Manchester -habiendo dejado
algo pendiente, pero con ganas de volver
a cumplir con ello-,
me embarqué en una nueva aventura. Al poco de aterrizar en España me enteré de que me habían aceptado en algo para lo que había postulado unas semanas atrás. ¿Qué era?
Una beca para estudiar la tercera versión del Máster Internacional en Comunicación y Periodismo Digital... en
Santiago de Chile.
Y aquí estoy.
Un mes después de mi llegada a tierras sudamericanas puedo decir que
estoy mucho mejor de lo que había pensado. Más
inmersa en el mundo digital que nunca,
twiteando no sé si por obligación o por afición y
con un sinfín de proyectos e ilusiones que van asomando la patita por debajo de la puerta.
He celebrado las
fiestas patrias, he bailado
cueca, he bebido
chicha, he comido
empanadas de pino y
anticuchos y tengo un
indio pícaro.
Además,
ya me he hecho con el argot chileno y sus
modismos.
Renuncio a abandonar mi acento, pero al menos ya les entiendo...
¿cachai?Lo primero, la llegada. Con
miembros de la
OCD de la mano, he
salido adelante y, ahora, puedo mirar
Los Andes desde mi ventana en compañía de una
argentina y una
brasileña con las que convivo y me río mañana, tarde y noche.
Hoy por hoy, sólo puedo
agradecer la ayuda, la comprensión y el cariño que los chilenos nos han ofrecido a esta organización de naciones unidas que viven en Santiago entre un navegante portugués y un colono español.
Ahora, aunque
echando de menos a los míos,
sigo digitalizándome... y sonriendo, ¡que merece la pena!