Y bailar, que nunca está de más. Y que todo nos dé igual. Pero luego, con camisa, volver a guiñar (dos veces, que mola más).
Volar sin pensar, reír hasta llorar, de cualquier cosa, que va a dar igual. Y abrazar, sentir y mirar. Ver los días pasar y sonreír, para vivir, para fluir y ser feliz.
Volver a empezar, volver a dormir para despertar, y caminar, a tu ritmo, que da igual. Pasear por cualquier lugar y llegar allí donde podamos brindar.
Planear, para poder improvisar, imaginar para poder inventar y soñar, para poderlo realizar.
Y al final, todo es querer, en infinitivo, y ya está.